miércoles, 21 de febrero de 2018

Amar sin ruido

Tan serena como triste
tan lúcida como apagada
tan tierna como irascible
tan dolida,  tan amada,
amada por tus manos
que nunca llegan,
deseada por el ardor de tu mirada .
Amada por tus labios
como yo amo a los tuyos
y los beso a través del cristal de una pantalla.
¿Donde guardas tus recuerdos?
donde guardo yo los míos
quiero entrar ahí,
abreme tu conciencia, tus deseos y tus sueños
déjame soñar contigo,
volaremos sobre las dunas del desierto
donde no haya árboles para no hacer ruido,
silencio entre los sentidos,
sólo respirar, respirar contigo.
Quizás el cielo sea nuestro
o quizás todo quede en el olvido.

jueves, 15 de febrero de 2018

Una isla en tu mar


Quererte es escuchar tu voz en el silencio,
mirar tu cara entre las sombras y tocarte
no saber que día es hoy,
y que mañana sea amarte,
pasar al otro  lado de la calle,
seguir tus huellas en la arena,                 
y al pisar tus pisadas,
sentir que tu corazón late,
no pretendo invadir tus huecos
tan solo un trocito de  isla, en tu mar,
donde el reflejo del sol me hace sentir.
Viajaremos por el fondo, si quieres,
entre las nubes rosas de coral,
pero no sueltes mi mano, pues no sé nadar,
sólo si subimos a la superficie
suéltala para acariciarme y 
miraremos al horizonte juntos,
y si quieres
volveremos a esa isla en tu mar.



viernes, 9 de febrero de 2018

Niño perdido


Fuiste un niño perdido
dentro de mi jardín,
siempre encontraste calor,
y un refugio para amar.
Tu hogar frío y solitario,
donde el amor se ocultaba detrás de las botellas de vino rancio,
allí pequeño  niño, te escondías tras los barrotes,
allí  estabas protegido,
el televisor te daba el amor tan ansiado,
allí pequeño niño,  temblabas al oír los portazos,
mientras mordisqueabas tus uñas, ya desgastadas,
tus oídos tapados y tus ojos cerrados
no querían sentir, 
no querían buscar,
no podían amar.
Pequeño niño perdido,
siempre volvías a mi jardín,
olías todas las flores, y sonreías,
comías ese pequeño bocadillo de felicidad,
bebías agua cristalina, tanto como tus ojos brillantes.
Dentro de mi jardín las saetas del reloj bailaban 
y tu no querías dejar de bailar,
colores y sabores ponían esperanza  a las tardes de invierno.
Esas malditas tardes de invierno , mi pequeño,
hacían que amases la oscuridad en el jardín
y odiases la luz en tu nido,
la soledad buscada te hacía dormir,
y soñar con tu libertad.
Sueña pequeño niño perdido
y cuando despiertes
volverás.


LLueve

  ¡Basta ya! Mi jaula de grillos me ansía, me ahoga miro a través de la ventana la fuerte lluvia salpica al cristal empañado, no veo co...