jueves, 16 de noviembre de 2017

Días sin pan

Hubo un lugar dónde nadie cantaba, porque allí ni siquiera llegaba la música.
Un lugar con gentes de poco hablar, gentes anuladas del mundo, encerradas en su propio entorno, castigadas por la vida.
Gentes de poco pensar ni de expresar sus sentimientos.

Hubo un lugar dónde la distancia se medía por días.
Días aciagos, llenos de sufrimiento y de impotencia.  Los anocheceres y amaneceres eran inciertos porque no había seguridad de llegar a verlos ni sentirlos.
Días llenos de incógnitas que ya no importaba resolver.

Un lugar dónde las enfermedades fluían por las aguas del arroyo y se instalaban en cualquier rincón, en cualquier persona.
La muerte acechaba a niños y jóvenes  que no tenían fuerza para luchar, y cada día  era anunciada por las calles.
Calles silenciosas, ya que allí nunca llegaba la música.

Un lugar que para llegar a la eternidad había que subir montañas, cruzar ríos y caminar por terrenos escarpados.
Sí, así transportan los cuerpos sin alma mientras las mentes  entristecidas callaban su rabia.
 Un lugar que hasta no hace mucho tiempo era desconocido, pero existió cerca de nosotros.

Un lugar miserable.
Un lugar donde todos los días eran sin pan.


(Mi visión después de descubrir la película de Luis Buñuel, sobre las Hurdes. "Dias sin pan"
Terrible!!!

https://youtu.be/4Yef_kOmcGs

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