martes, 19 de diciembre de 2017

JUNTOS SIEMPRE

Juntos, iniciaron un camino, decidieron compartir su vida porque se amaban profundamente.
Juntos, comenzaron a conocerse, a quererse y a estar el uno con el otro. Había una gran conexión y una química muy especial. En el transcurso ese viaje, ocurrió un contra tiempo que ninguno de los dos esperaban.
A ella le diagnosticaron una enfermedad degenerativa.
De pronto, los dos de la mano hicieron un alto en el camino. Un alto para reflexionar, su vida había cambiado de golpe y ahora su senda se llenaba de obstáculos.
Pasaba el tiempo y poco a poco se adaptaban a las nuevas circunstancias que cada vez se complicaban más, pero, cuanto más difícil, más se amaban.  Ella perdía movilidad, él era su apoyo, el apoyo más fuerte y seguro.
Cada época del año tenía su encanto, y los dos disfrutaban mucho de las buenas situaciones que iban surgiendo para contrarrestar los momentos más duros de esa maldita enfermedad.
El amor y el cariño les acompañaban siempre hasta que un día llego el final, un aciago pero esperado final. Ella se marchó para siempre, ahí quedó su silla de ruedas vacía,  preparada como si la estuviese esperando para dar el paseo diario, solo que ese día fue el último.
El, empujó la silla vacía con pena, haciéndola rodar hasta chocar con una mesa.  Miles de pensamientos se agolpaban en su mente, y sólo una emoción, la tristeza.
Sin ella ya no era igual.  Varios días sólo, preguntas sin respuesta, vueltas y vueltas sin sentido.  Al poco tiempo, reaccionó, se dio cuenta que el sentido de la vida estaba en sí mismo, porque ella no se había ido de su mente ni de su corazón,  así que decidió vivir en su ausencia pero con su presencia en el interior.
Paseó por la orilla del mar, vio el amanecer, y ella seguía con él.  Pronto llegaron las fechas más difíciles, y ¿ahora qué? Se preguntaba él, como iba a pasar los días más bonitos del año sin ella. Sí, su Navidad era plena, los dos la vivían con mucho sentimiento.  Así que decidió estar sólo, pero no en soledad. Un poquito triste pero también estaba feliz ya que su corazón estaba lleno de amor y muy tranquilo, porque pudo acompañar hasta el final a la mujer de su vida.  Feliz también de pensar que  estaba vivo y tenía una vida por delante llena de proyectos.
Cenó sólo en Nochebuena, el mundo no paró a mirar.
La vida siguió.

                                                    
                

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