Juntos,
iniciaron un camino, decidieron compartir su vida porque se amaban
profundamente.
Juntos,
comenzaron a conocerse, a quererse y a estar el uno con el otro. Había una gran
conexión y una química muy especial. En el transcurso ese viaje, ocurrió un
contra tiempo que ninguno de los dos esperaban.
A ella le diagnosticaron una enfermedad degenerativa.
De pronto, los dos de la mano hicieron un alto en el camino. Un alto para reflexionar, su vida había cambiado de golpe y ahora su senda se llenaba de obstáculos.
A ella le diagnosticaron una enfermedad degenerativa.
De pronto, los dos de la mano hicieron un alto en el camino. Un alto para reflexionar, su vida había cambiado de golpe y ahora su senda se llenaba de obstáculos.
Pasaba
el tiempo y poco a poco se adaptaban a las nuevas circunstancias que cada vez
se complicaban más, pero, cuanto más difícil, más se amaban. Ella perdía movilidad, él era su apoyo, el
apoyo más fuerte y seguro.
Cada
época del año tenía su encanto, y los dos disfrutaban mucho de las buenas
situaciones que iban surgiendo para contrarrestar los momentos más duros de esa
maldita enfermedad.
El
amor y el cariño les acompañaban siempre hasta que un día llego el final, un
aciago pero esperado final. Ella se marchó para siempre, ahí quedó su silla de
ruedas vacía, preparada como si la estuviese esperando para dar el paseo
diario, solo que ese día fue el último.
El,
empujó la silla vacía con pena, haciéndola rodar hasta chocar con una
mesa. Miles de pensamientos se agolpaban
en su mente, y sólo una emoción, la tristeza.
Sin
ella ya no era igual. Varios días sólo,
preguntas sin respuesta, vueltas y vueltas sin sentido. Al poco tiempo, reaccionó, se dio cuenta que el sentido de la
vida estaba en sí mismo, porque ella no se había ido de su mente ni de su
corazón, así que decidió vivir en su
ausencia pero con su presencia en el interior.
Paseó
por la orilla del mar, vio el amanecer, y ella seguía con él. Pronto llegaron las fechas más difíciles, y
¿ahora qué? Se preguntaba él, como iba a pasar los días más bonitos del año sin
ella. Sí, su Navidad era plena, los dos la vivían con mucho sentimiento. Así que decidió estar sólo, pero no en
soledad. Un poquito triste pero también estaba feliz ya que su corazón estaba
lleno de amor y muy tranquilo, porque pudo acompañar hasta el final a la mujer
de su vida. Feliz también de pensar que estaba vivo y tenía una vida por delante llena
de proyectos.
Cenó sólo en Nochebuena, el mundo no paró a mirar.
La vida siguió.
La vida siguió.
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