Caminando en soledad,
los pasos temblorosos despistan su camino.
Poco a poco se apagan las luces,
llega la oscuridad.
Ahora la única iluminación es su pálida tez,
las manos abiertas buscan obstáculos que sortear,
no logra tocar nada.
Atroces silbidos venidos del furioso viento penetran en sus sentidos.
Los brazos aun extendidos abrazan su cuerpo,
cuerpo inmóvil.
Grita.
Su mirada busca luz, no puede ver.
Llora.
De pronto alguien coge su mano.
¡Ese perfume! ¡Esa voz!
Ha llegado la luz, está a salvo,
¡Mamá!
Lo que siento lo escribo sin pensar, luego, pienso en lo que he escrito para ver cómo me siento.
viernes, 1 de diciembre de 2017
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