Durante gran parte de mi vida he estado en mi casa rodeada de música, mejor dicho envuelta en la música.
Dese muy pequeña las tonadas que mi padre reproducía con su laúd fluían por el aire hasta llegar a todos los rincones de la casa. Cualquier momento, bueno o malo ahí estaban las melodías más especiales. Recuerdo los días de tormenta, mi padre se abrazaba a su guitarra como si buscase protección, y hacía sonar las notas musicales más acordes con el momento.
Grandes músicos y cantadores pasaban por mi casa como si de nuestra familia se tratara. Una persona que me marcó huella fue Lamberto Funes el Ciego de Mainar. Muy peculiar, ciego de nacimiento, gran músico y gran maestro. En su vieja casa tenía la discoteca de música clásica más completa del momento y escuchaba los discos en una preciosa y antigua gramola. Virtuoso de la guitarra, y el laúd, fue compañero de mi abuelo Joaquín y después de mi padre. Juntos amenizaron muchas verbenas de las fiestas de los pueblos cercanos, surgiendo miles de aventuras y anécdotas que ahora mi padre recuerda con mucha nostalgia y cariño.
Cuando Lamberto venía a mi casa le preparabamos una silla que él ya sabía donde estaba colocada y palpando la pared del pasillo llegaba al cuarto de estar, tocaba el asiento de la silla y ya se sentaba tranquilo. Yo me acercaba a él y entonces tocaba mi larga melena y la cogía con su mano porque le gustaba el volumen y la suavidad del cabello. Enseguida le traía mi abuela un tazón con moscatel y unos dulces. Yo lo miraba con atención y en silencio para que el no me pudiera oir pero Lamberto sabía que yo estaba alli con él. Observaba sus movimientos, sus manos rechonchas se apoyaban en sus piernas y movía los pies, calzados con unas albarcas marrones de cuero, al son de la música.
Nunca me cansaba de mirar, incluso alguna vez yo cerraba los ojos para sentir como él. Siempre me preguntaba como podía conocer todas las casas de Mainar sin equivocarse. Era increíble ver a mi padre y al ciego inmersos en la piezas musicales interpretando todo tipo de temas, clásicos y modernos. Laúd y Guitarra, José y Lamberto.
Cuando el ciego murió yo tenía 12 años, lo recordaré siempre porque él también formó parte de mi infancia. Una infancia envuelta en la música.
Lo que siento lo escribo sin pensar, luego, pienso en lo que he escrito para ver cómo me siento.
viernes, 30 de diciembre de 2016
Envuelta en la música
lunes, 26 de diciembre de 2016
El emisario
Tan sereno como apuesto, acercaba a las gentes los mensajes más importantes, los recados más esperados y las noticias más deseadas. No sólo emisario, diversos oficios ocupaban gran parte de los momentos de su apasionada vida.
Igual que el flautista de Hamelín arrastraba a los niños del lugar con su dulce sainete, miles de historias, canciones y cuentos, embelesaban a las criaturas que no querían separarse de él. Amigo de sus amigos, y amigo de sus enemigos, lanzaba cada palabra a tiempo y en su tiempo. Al ser promotor de todos los eventos de la Villa le hacía ser recibidor de todas las críticas buenas y malas. No le importaba, el seguía en su buen hacer. Chancero en los momentos de jolgorio daban el toque de chispa y diversión a los asistentes, que contrastaba con su seriedad en los momentos más solemnes.
Asi era el emisario.
Aquel que no le importaba arreglar un viejo reloj, afeitar y cortar el pelo a los enfermos, ser el Sacristán, y mucho más, sin olvidar que daba lo mejor de sí mismo.
Ahora retirado en un precioso Castillo, pero con las mismas ganas de contar sus múltiples aventuras. Su mirada algo cansada y sus ojos emocionados de recordar todo el amor que ha recibido a lo largo de su vida. El amor que sus gentes le siguen ofreciendo.
En mi corazón una imborrable huella.
En el recuerdo la canción de "El capitán de un barco inglés"
En mi vida, su legado, el que deseo continuar.
El legado del emisario que siempre fue, es y será mi Capitán.
jueves, 22 de diciembre de 2016
Vinieron para quedarse
Algunas veces dudo, otras veo con claridad.
Unas veces son aciertos otras equivocaciones, pero hay una cosa de la que estoy muy muy segura, es de haber elegido tener en mi vida a tres Ángeles. Uno de ellos pone luz con sus palabras, sonidos que no cesan cuando está a mi lado, torbellino de ideas que giran a su alrededor como un tiovivo lleno de colores fuertes y vivos. Entusiasmo en sus actos y cierta impaciencia altera mi tranquilidad, que por otro lado la veo reflejada en mi.
Otro, me alienta con su dulzura y sensibilidad. La fantasía en sus pensamientos me transporta por lugares mágicos dejándome llevar y alejandome de la realidad por unos momentos. El tercero, realista como el que más, es el que siempre se encarga de bajarnos a la tierra, su pisar en suelo firme tránsmite la seguridad necesaria para caminar.
La seriedad en sus actos y firmeza en sus palabras, hace que no quepa la duda. En los tres he encontrado el cariño más dulce, la alegría mas deseada y el amor verdadero.
Llenan mi corazón cada día y cada noche, llenan mis espacios de soledad con sus soplos de vida. Los tres vuelan con sus propias alas, libres de pensamientos,
Libres las quiero.
miércoles, 21 de diciembre de 2016
martes, 20 de diciembre de 2016
¡Que teatro el de aquel año!
Reunir un grupo de niños, de un pueblo pequeño para hacer teatro infantil no es fácil. Si ademas hay varios de ellos que son muy tímidos, y no les gusta leer, aún es más complicado. Cuatro chicas adolescentes conseguimos lo que era impensable. Preparar con esos niños veladas teatrales durante varios veranos. La última actuación con aquel grupo fue colosal. ¡Cuanto entusiasmo en los peques! Y también en nosotras.
Los personajes de la obra fueron inventados totalmente. Diferencia entre clases sociales, visto desde la adolescencia, reflejando como vivía una familia rica y una pobre.
En la familia de los ricos un solo hijo una casa grande bien adornada, una criada para atenderlos y una empresa con muchos trabajadores.
En la familia de los pobres varios niños, una casa muy pequeña y humilde, sin criados claro, y el padre asalariado de la empresa de los contrarios.
En las dos casas había abuelos conviviendo con las familias.
Por darle un toque de humor decidimos enredar a los personajes de las dos partes.
Fue muy divertido. Un amor de juventud entre el padre de los pobres y la madre de los ricos.
Otra historia de amor entre los abuelos, un enredo que resultó muy interesante y un final feliz ya que a los pobres les tocó la lotería.
La obra enganchó al público lo pasaron muy bien, y se sintieron orgullosos porque sus niños habían sido los protagonistas.
Los niños felices porqué su esfuerzo fue recompensado. Para nosotras esa temporada fue muy reconfortante, convivimos con los niños, aprendimos mucho de ellos y nos divertimos. Aparte del teatro hacíamos juegos, meriendas y alguna otra actividad. Un día hasta organizamos una excursión, que salió un poco accidentada, Pero bueno eso ya os lo contaré otro dia.
lunes, 19 de diciembre de 2016
La madrastra
Una figura importante en las nuevas familias. Puede resultar algo natural o un tormento. Depende de los celos. Una vez yo conocí a una que resultó ser muy tóxica. No soportaba que su pareja estuviera con su familia.
Hacía verdaderas escenas dramáticas delante de todos y nadie las entendía. Era capaz de mentir con certeza para provocar enfrentamientos del padre con sus hijos y con su familia en general. La estancia con ella se hacía insoportable. Era fría y calculadora, siempre pensaba en la exclusividad para con su pareja sin ponerse en el lugar de él. Cada vez que el pobre hombre besaba a sus hijos o simplemente jugaba con ellos, ella se enfadaba incluso se encerraba en otra habitación. Una vez fue capaz de poner dinero en un bolsillo del pantalón de los niños y les acusó de que habían robado ese dinero. Los niños sufrían mucho cuando ella estaba alrededor incluso al padre lo notaban cambiado. Ella continuamente se hacía la víctima acusando a todos que no la querían y estaban contra ella.
Las visitas de los niños a su padre se convirtieron en verdaderas torturas. Cada vez era algo distinto. Poco a poco ella se salió con la suya y la familia se fue separando. Los hijos no sentía cariño allí, era un desasosiego para ellos, por un lado sentían pena por el padre y a la vez odio hacia esa perversa madrastra. Una madrastra que podía haber salido perfectamente de los cuentos de hadas.
viernes, 16 de diciembre de 2016
La princesa que no le gustaba la Navidad.
Érase una vez, una princesa que vivía encerrada en una torre muy alta. Aunque de vez en cuando podía salir, los carceleros le recordaban que su sitio estaba allí, y varios candados cerraban sus puertas. Especialmente cuando llegaba la época de la Navidad su tristeza se multiplicaba ya que entre otras cosas, recordaba su infancia en esas fechas. Recordaba que Los Reyes preparaban los días con mucha ilusión para que sus cuatro princesas acudieran con sus familias a Palacio. Por aquellos pasillos y jardines majestuosos, correteaban once pequeños vástagos, sus risas y griterío resonaban por todas sus estancias. El Rey y la Reina rebosaban de felicidad. En la mesa de Noche Buena no faltaba nada, vestida con las mejores mantelerías, cristalería fina, platos de porcelana decorados con los más bonitos detalles y sobre ellos, los más suculentos manjares y los mejores dulces navideños. Unión, armonía y profundo amor, es lo que los Reyes transmitían a sus cuatro hijas y a sus once nietos. Cuando ellos desaparecieron cada hija se instaló en su propio Palacio con su propia familia y sus propias costumbres.
Desde su torre, la princesa que no le gustaba la Navidad, añoraba esos momentos y deseaba tenerlos, aunque ahora era imposible. Mientras, seguía esperando su liberación, quizás un príncipe valiente pudiera romper los candados, quizás esa liberación estaba en ella misma. Lo mejor dormir, así podría soñar, así el tiempo quizás pasase más rápido.
jueves, 15 de diciembre de 2016
El niño que no temía a la oscuridad.
Durante la etapa que viví en Zaragoza, tuve, junto con una compañera, un parque infantil. Allí preparábamos actividades para los más pequeños, fiestas de cumpleaños, animaciones, cuenta-cuentos y más. Una de las opciones más apasionantes era la de guardería por horas. Teníamos peques fijos casi a diario, nos encargábamos de ellos durante la tarde así sus progenitores se podían dedicar a otros menesteres. A éste grupo en concreto, yo les llamaba cariñosamente "niños perdidos". Pues bien, aquí conocí a Pepe (nombre de ficción del niño en cuestión). Pepe era un niño de 6 años , inquieto, muy bien integrado con el resto de niños, le encantaba jugar, sobre todo a los juegos de imitación . Poco a poco fuimos descubriendo los grandes problemas que Pepe se encontraba cuando llegaba a casa. La madre era alcohólica y el padre ludópata. La mayoría de los días el chico no tenía nada para cenar, así que él mismo se suministraba con lo que pillaba por la cocina y después se refugiaba en su habitación. Tenía un televisor que su padre le había instalado para que molestase lo menos posible.
Nos dimos cuenta que mientras el niño estaba con nosotras era felíz , recibía cariño, jugaba con otros niños incluso encontró a una abuela, mi madre, que muchos días nos visitaba y el niño se le acercaba y ella le contaba algún cuento mientras se comía la merienda con ansia.
Cuando el padre venía a buscarlo normalmente aceptaba irse con él. Pero cuando venía la madre de ninguna manera quería marcharse. Se refugiaba detrás de nosotras. Un día la madre le dijo que si se quedaba allí le apagaríamos las luces. Y Pepe le contestó que prefería estar a oscuras que no tenía miedo.
Es muy duro escuchar eso de un niño, te imaginas la tortura a la que está sometido. Pepe fue creciendo, con él sus problemas. Cuando terminamos en el parque infantil, al niño lo custodiaba la propia calle, donde cambió los juegos y el cariño por las malas compañías.
Recuerdo aún sus manos con las uñas mordidas, como le gustaban los bocadillos de jamón, como escuchaba los cuentos de mi madre, recuerdo que todas las tardes tenía un rato de tranquilidad y recuerdo que ese niño no temía a la oscuridad.
miércoles, 14 de diciembre de 2016
UN GRAN CHICO
Encontró al amor de su vida y se marchó. Gran satisfacción por mi parte. Recuerdo con cariño su paso por el albergue. Cuatro años y una gran oportunidad. Una persona que dejó una bonita huella.
LLueve
¡Basta ya! Mi jaula de grillos me ansía, me ahoga miro a través de la ventana la fuerte lluvia salpica al cristal empañado, no veo co...
-
En estos días he recordado una situación muy curiosa que ocurrió hace ya unos cuantos años. Un verano, cuando mis hijas eran pequeñas,...
-
Su último día Quizás éste sea su último día y no le importe. El equipaje es ligero, su vida pesada. Recuerdos que fluyen, vienen y van...
-
Y sigue mendigando amor en aquel corazón apagado, buscando rescoldos de cariño sin hallarlos. Demasiado rencor en sus ojos, demasiada ir...