lunes, 26 de diciembre de 2016

El emisario

Tan sereno  como apuesto,  acercaba  a las gentes los mensajes  más importantes, los recados más esperados  y las noticias más deseadas.  No sólo  emisario, diversos oficios ocupaban gran parte de los momentos de su apasionada vida.
 Igual que el flautista de Hamelín arrastraba a los niños del lugar con su dulce sainete, miles de historias, canciones  y cuentos,  embelesaban a las criaturas que no querían separarse  de él.  Amigo de sus amigos, y amigo de sus enemigos, lanzaba cada palabra a tiempo  y en su tiempo.  Al ser promotor de todos los eventos de la Villa  le hacía ser  recibidor de todas las críticas buenas y malas. No le importaba, el seguía  en su buen hacer. Chancero en los momentos de jolgorio daban el toque de chispa y diversión a los asistentes, que contrastaba  con su seriedad  en los momentos más solemnes.
Asi era el emisario.
Aquel que no le importaba  arreglar un viejo reloj, afeitar y cortar el pelo a los enfermos,  ser el Sacristán, y mucho más,  sin olvidar que daba lo mejor de sí mismo. 
Ahora retirado en un precioso Castillo, pero  con las mismas ganas de contar sus múltiples  aventuras. Su mirada algo cansada y sus ojos emocionados de recordar todo el amor que ha recibido a lo largo de su vida.  El amor que sus gentes le siguen ofreciendo.
En mi corazón  una imborrable huella.
En el recuerdo  la canción  de "El capitán  de un barco  inglés"
En mi vida, su legado,  el que deseo  continuar.
El legado del emisario que siempre  fue, es  y será  mi Capitán.


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